Vivimos en un mundo cuyo signo de identidad es el cambio, la velocidad y el continuo avance científico tecnológico. Lo que hoy se considera actual, mañana será historia, y con la misma velocidad que los acontecimientos pasan a ser historia, nuestros conocimientos pasan a ser obsoletos. Nos encontramos en una época donde no solo es necesario saber qué son las cosas, también es importante saber como son. Ya decía Matthew Lipman que el mundo actual no necesita un adulto instruido, sino un adulto que piense.
Desde este ángulo ser crítico significa entonces, permanecer atento a los cambios, sensible a los problemas y contradicciones en los que se debate el mundo de hoy, abierto a las concepciones plurales que se manifiestan, reflexivo frente a cualquier solución dogmática que quiera imponerse.
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